Aprovechando la nueva y esperada (por lo menos antes de que llegara) ola de calor que está azotando Madrid esta semana, me gustaría intercambiar con vosotros un pensamiento que, pese a poder estar equivocado, creo que merece una pequeña reflexión por parte de todos sobre los antimosquitos.
Con la humedad y los días lluviosos que hemos tenido estos últimos meses y el calor seco que nos hemos encontrado de repente, han aparecido nuestros queridos visitantes que tanto echábamos de menos: Los mosquitos. Si bien es cierto que no es el único insecto que puede abordar nuestros hogares u oficinas, bien es cierto que si es el más molesto y difícil de combatir, ese pequeño y aparentemente frágil ser que puede mantenerte en vela por las noches o rascándote al día siguiente acordándote de su familia y deseando volver a casa para enfrentarte a él de forma despiadada.
Y precisamente aquí es donde quería llegar, una vez nos enfrentamos a ellos, somos muchos los que sentimos la necesidad de equiparnos con todo spray, arma química de destrucción masiva, que podamos encontrar en la tienda de confianza. Vamos que podemos tener en nuestras manos más armas de destrucción masiva que Irak y sentirnos confiados que la victoria caerá de nuestro lado. Luego llega el momento de darnos de bruces con la realidad y darnos cuenta que pese haber necesitado una mascarilla durante horas para poder respirar dentro de casa, cerramos los ojos, nos disponemos a dormir y volvemos a oír un silbido agudo aproximándose a nuestro oído y alejándose con celeridad.
LOS CONTRAS DE LOS ANTIMOSQUITOS
Analizando un poco más seriamente los compuestos de estos espráis, según la guía de la OCU, estos productos basan su eficacia en el uso de piretroides, compuestos químicos que actúan sobre el sistema nervioso de los insectos. Si bien es cierto que pueden llegar a ser bastante efectivos, también hay que considerar los riesgos, no usar cerca de animales domésticos ni personas, altamente inflamables, no pulverizar más de 7 segundos, cerrar la habitación 10 minutos, ventilar… y un largo etc de razones por las que yo personalmente no me fiaría demasiado si me preocupara mi salud y la de los míos.
Y digo yo, ¿no sería mejor un sistema por el cual no tengamos que estar ahogados en nuestro propio espacio? ¿Un sistema que permitiera al entrada de corriente evitando que entraran los molestos visitantes? ¿Un antimosquitos sin necesidad de usar agentes químicos? Bajo mi punto de vista la solución más sencilla siempre es la correcta, y particularmente unas mosquiteras en puertas y ventanas, enrollables, por ejemplo, hacen esta labor de sobra, permiten una circulación de aire, una sensación de frescor en la estancia, y nos alejan los insectos para que vayan a librar batallas donde las armas químicas les estén esperando.
¿Qué opináis de los antimosquitos?
Poneros en contacto con nosotros para cualquier duda y si os animáis a combatir a estos pequeños seres molestos sin perder calidad de vida, estaremos encantados en ayudaros.
Saludos