Uno de los detalles que más se disfrutan a la hora de decorar la habitación del bebé es que hay cierto margen para el capricho. Y es que, pese a que siempre es necesario tener en cuenta lo funcional, es un hecho que en unos años habrá que aplicar una renovación y entonces, las nuevas mamás pierden el temor a hacer lo que se les antoje. A continuación algunas ideas para entrar en acción.

No más esclavas del pastel

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La mayoría de los diseños en habitaciones para bebés incluyen colores pastel muy pálidos. Y lo hacen con justa razón debido a que las armonías que producen son quietas y relajantes. Sin embargo, usarlos tampoco es una regla inquebrantable. Vale, por ejemplo, tener en consideración un azul o violeta mediano, un durazno vivo o hasta un verde intenso y probarlo para ver cómo luce y qué sensaciones genera. Lo mejor es que estos colores (y otros que siempre se descartan en el cuarto de un bebé con es el negro) pueden sorprender a cualquiera con el resultado cuando se les combina con crema, gris claro, blanco e inclusive con su equivalente varios tonos más bajo, pues imprimen en el espacio un toque energético que dista mucho de ser abrumador.

Un giro para la decoración de pared

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En las habitaciones de bebé es complicado colocar arte de pared, especialmente en el área próxima a la cuna, pues en cuanto los pequeños comienzan a erguirse y a ganar control, también empiezan a tirar de todo cuanto queda a su alcance. Para no dejar muros escuetos, es buena idea crear paneles con ayuda de papeles tapiz o telas estampadas con mil motivos y colores. Basta con crear divisiones en la pared y recubrirlas acorde. De cada quien depende si se crean paneles que simulen cuadros, si se generan patrones o si se permite que el papel o tela comparta el rol protagonista con pintura sólida.

Explotando las texturas

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Las texturas, al igual que los colores, son un gran estímulo para los sentidos, así que nunca está de más tenerlas muy en cuenta a la hora de decorar la habitación del bebé. Es posible comenzar instalando una alfombra mullida en combinación con cortinas rugosas de lino crudo y muebles con acabados diversos como la madera sólida y hasta el cromo. Esto aporta dinamismo y despierta múltiples sensaciones en los bebés, quienes más tarde que temprano, terminan explorando hasta el último rincón de su espacio.