Los mejores estilos de decoración no sólo son un deleite para los sentidos, sino que también, son funcionales y obedecen a un propósito específico. El estilo nórdico no es la excepción en ese sentido, puesto que además de imprimir a cualquier habitación un toque de distinción, permite aprovechar mejor la iluminación y ampliar visualmente sus dimensiones.

¡Viva la luz!

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Esta es la máxima bajo la que se rige el estilo nórdico en la decoración, pues se caracteriza por la predominancia del blanco puro, las superficies reflejantes y las formas limpias de aire atemporal. La revista ¡Hola! México explica, en una de sus ediciones de principio de este año, que dicho estilo es uno de los más utilizados en los países de la península escandinava como son Noruega, Dinamarca, Finlandia y Suecia, donde la luz natural es escasa durante todo el año y donde los duros inviernos obligan a los habitantes a vivir semanas prácticamente en penumbra.

Gracias a las claves señaladas por el diseñador sueco Carlo Larsson a principios del siglo XX, esta costumbre en la decoración se ha vuelto todo un movimiento en el ámbito del diseño que permite ahorrar energía en iluminación artificial, ambientar mejor los sitios de relajación e inclusive los de trabajo y aprovechar al máximo las dimensiones de los espacios reducidos.

La calidez como piedra angular

Larsson erige siempre al blanco como protagonista lo mismo en mobiliario que en paredes, pisos, cielorrasos y accesorios, pero no descarta el color, puesto que imprime movimiento. Lo importante en estos casos es recurrir a tonos provenientes de la naturaleza como son el beige arena, el verde puro, el azul cielo y los marrones maderosos depurados de todo rastro estridente de naranja o borgoña. Las texturas asociadas a estos tonos crean ambientes cálidos y acogedores que suavizan la intensidad del blanco sin restar luminosidad.

Riqueza al máximo

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El mejor complemento para la paleta de colores del estilo nórdico es el uso de textiles crudos como el lino, la lana y el algodón en combinación con materiales decorativos como el vidrio y la cerámica pulida. De esta manera se equilibra el conjunto garantizando que, en vez de que se anteponga lo moderno por encima de lo tradicional o viceversa, se conforme una armonía claramente ecléctica y atractiva.